Es usual que estudiando Informática en la UGR te obliguen a utilizar software privativo y únicamente para Windows, aunque también se suele dar el caso de que me apetezca jugar a algún juego como el Pro Evolution Soccer. Cuando no puedo arreglar lo primero con una máquina virtual o ocurre lo segundo, me veo obligado a reiniciar para utilizar el Windows Vista que tuve que comprar sí o sí con el portátil.
En una de las incursiones que hice hace ya un tiempo, me encontré con la agradable sorpresa de que Windows Vista cuando decide reiniciarse lanza una cuenta atrás y si no estás pendiente puede mandar a la porra todo el trabajo que no hayas guardado hasta el momento. Pero es aún mejor, si intentas decirle que no se le vuelva a ocurrir hacerlo o que lo haga más tarde, como mucho puedes decirle que repita la jugada a las 4 horas. ¡MAGNÍFICO! Espero que corrigiesen esto para Windows 7.
Otra agradable sorpresa que me encuentro es que, como pasan meses desde que vuelvo a usar el sistema operativo, todos los programas tienen el placer de querer actualizarse cuando accedo, mostrando cada una su propio diálogo correspondiente y pidiendo reiniciar el equipo al terminar. Creo que Windows está ya trabajando en centralizar las actualizaciones al menos de sus productos.
Los sistemas de gestión de paquetes, presentes en las distribuciones GNU/Linux al menos desde que yo las uso, son según Ian Murdock (fundador de Debian y creador de dpkg) “el único mayor avance que Linux ha traído a la industria”. Y es que, junto con los repositorios de software, resuelven de un plumazo tres problemas:
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Instalación de software. Mientras Windows es una selva de ejecutables en los que debemos confiar sin ningún tipo de protección y recientemente han surgido alternativas centralizadas como App Store para iPhone y para otros dispositivos móviles.
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Actualización de software.
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Manejo de dependencias, incluyendo la gestión de librerías bibliotecas compartidas.
Además es usual que Microsoft cuele entre sus actualizaciones cosas que el usuario no quiera instalar, lo cual es bastante cuestionable éticamente. Como es el caso de:
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Una extensión para Firefox que no se podía desintalar desde el menú.
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Otra extensión para Firefox que permitía instalar aplicaciones fácilmente y que Mozilla bloqueó durante un tiempo por un problema de seguridad.
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El Windows Genuine Advantage: bajo ese inocente nombre se esconde la deshabilitación de opciones a aquellas copias de Windows no verificadas.